Lectura del libro del Génesis
En aquellos días, el Señor llevó afuera a Abrán y le dijo:
—Echa un vistazo al cielo y cuenta las estrellas, si es que puedes contarlas.
¡Así será tu descendencia!
Abrán creyó al Señor, y el Señor le concedió su amistad.
El Señor le dijo:
—Yo soy el Señor que te sacó de Ur de los caldeos para darte esta tierra en posesión.
Pero Abrán le preguntó:
—Señor mi Dios, ¿cómo sabré que voy a poseerla?
El Señor le respondió:
—Tráeme una ternera, una cabra y un carnero, todos ellos de tres años, y también una tórtola y un pichón.
Abrán trajo todos esos animales, los partió por la mitad y puso cada mitad una frente a la otra. Pero las aves no las partió. Las aves de rapiña se abalanzaban sobre los animales muertos, pero Abrán las espantaba.
Cuando el sol estaba a punto de ponerse, Abrán se quedó profundamente dormido y una temible y densa oscuridad lo envolvió.
Cuando el sol se puso y llegó la oscuridad, un horno humeante y una antorcha de fuego pasaron entre los animales descuartizados.
En aquel día hizo el Señor una alianza con Abrán en estos términos:
—A tus descendientes les daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el gran río, el Éufrates.
R/. El Señor es mi luz y mi salvación.
El Señor es mi luz, mi salvación,
¿de quién tendré miedo?
El Señor es mi refugio,
¿a quién temeré? R/.
Escúchame, Señor, yo te llamo;
apiádate de mí, atiéndeme.
De ti el corazón me dice:
«¡Busca mi rostro!». R/.
Señor, tu rostro estoy buscando.
No me ocultes tu rostro,
no rechaces con ira a tu siervo;
tú eres mi ayuda. R/.
Confío en ver la bondad del Señor
en la tierra de los vivos.
Espera en el Señor,
sé fuerte, ten firmeza;
pon tu esperanza en el Señor. R/.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses
Sigan, hermanos, mi ejemplo y fíjense en aquellos que nos han tomado como modelo de conducta.
Porque hay muchos que viven como enemigos de la cruz de Cristo; lo he dicho muchas veces y lo repito ahora con lágrimas en los ojos. Su paradero es la perdición; su dios, el vientre; su orgullo, aquello que debería avergonzarlos; su pensamiento, las cosas terrenas.
Nosotros, en cambio, somos ciudadanos de los cielos y esperamos impacientes que de allí nos venga el salvador: Jesucristo, el Señor.
Él será quien transforme nuestro frágil cuerpo mortal en un cuerpo glorioso como el suyo, en virtud de la capacidad que tiene para dominar todas las cosas.
Así, pues, hermanos míos, a quienes tanto amo y tanto añoro: ustedes, que son mi alegría y mi corona, permanezcan firmes en el Señor, queridos.
Lectura del santo evangelio según san Lucas
En aquel tiempo, Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago y subió al monte a orar. Y sucedió que, mientras Jesús estaba orando, cambió el aspecto de su rostro y su ropa se volvió de una blancura resplandeciente.
En esto aparecieron dos personajes que conversaban con él. Eran Moisés y Elías, los cuales, envueltos en un resplandor glorioso, hablaban con Jesús de lo que estaba a punto de sucederle en Jerusalén.
Pedro y sus compañeros se sentían cargados de sueño, pero se mantuvieron despiertos y vieron la gloria de Jesús y a los dos personajes que estaban con él. Luego, mientras estos se separaban de Jesús, dijo Pedro:
—¡Maestro, qué bien estamos aquí! Hagamos tres cabañas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
En realidad, Pedro no sabía lo que decía.
Aún estaba hablando Pedro, cuando quedaron envueltos en la sombra de una nube, y se asustaron al verse en medio de ella. Entonces salió de la nube una voz que decía:
—Este es mi Hijo elegido. Escúchenlo.
Todavía resonaba la voz cuando Jesús se encontró solo. Los discípulos guardaron silencio y por entonces no contaron a nadie lo que habían visto.
La Palabra del Señor hace que tengamos fija la mirada en la meta de nuestra peregrinación humana: nuestra verdadera patria está en el cielo; hacia allí debemos orientar el corazón y dirigir resueltamente los pasos de nuestro camino empedrado con las opciones cotidianas.
Cada día el Señor nos saca de nuestras falsas seguridades, en las que en vano buscamos tranquilidad y satisfacción; como a Abrahán, como a Israel, también a nosotros nos dice: “Te he sacado para darte...”. Y él promete a nuestra fe una recompensa inmensa si aceptamos vivir en un éxodo constante, una aventura nunca acabada aquí abajo, que nos exige siempre nuevas separaciones y desapegos para seguir la llamada del Señor a gustar desde ahora lo que nos promete.
Cristo viene a abrirnos el camino y hoy nos deja entrever lo que será el cumplimiento en su faz transfigurada por la oración. Hechos hijos de Dios en la sangre del Hijo amado, debemos llegar a ser día tras día lo que ya somos, escuchando su Palabra, obedeciendo su voz, prolongando la oración para entrar en comunión vital con él. En su luz veremos la luz; fiémonos con corazón sencillo de su guía. Él conoce el camino que nos llevará a la vida y no nos dejará desfallecer en el camino hasta que, de éxodo en éxodo, lleguemos a la Jerusalén eterna, patria de todos, y seamos admitidos, por pura gracia, a la comunión del amor trinitario.
Blanco | Color que hace referencia a la resurrección de Jesús, siendo el color más solemne en la liturgia. Simboliza la alegría y la paz. Se usa durante el tiempo de Pascua y el tiempo de Navidad. Se emplea también en las fiestas y solemnidades del Señor no relativas a la Pasión, incluida la misa de la Cena del Señor del Jueves Santo, en las fiestas de la Virgen María y de los santos que no murieron mártires. |
Morado | Este color simboliza preparación espiritual. Simboliza humildad, penitencia, deseo y dolor. Se usa en Adviento y en Cuaresma, tiempos de preparación para la Navidad y la Pascua respectivamente. Además, en las celebraciones penitenciales y de difuntos. |
Verde | Este color simboliza esperanza, paz, serenidad y ecología. Es usado durante el Tiempo Ordinario, en los feriados y los domingos que no exigen otro color (solemnidades, fiestas de santos). |
Rojo | Asociado a la sangre y al fuego, es color del corazón: denota pasión, vida, pentecostés y martirio. Es usado principalmente en el Domingo de Ramos, el Viernes Santo, Pentecostés y en las fiestas de mártires. Además, en la administración del sacramento de la Confirmación. |