Lectura del libro de Isaías
¿Con quién me compararán?
¿Con quién me asemejarán?
—dice el Santo—.
Levanten los ojos a lo alto,
vean quién ha creado esas cosas:
el que saca a su ejército innumerable
y llama a cada cual por su nombre,
tan sobrado de poder y de fuerza
que no puede fallarle ninguno.
¿Por qué afirmas, Jacob,
y andas diciendo, Israel:
«Mi conducta está oculta al Señor,
mi Dios se desentiende de mi causa»?
¿No lo sabes, no has oído
que el Señor es un Dios eterno,
creador de los confines de la tierra?
No se cansa ni desfallece,
su inteligencia es inescrutable.
Da fuerza al cansado,
aumenta el vigor de los débiles.
Los jóvenes se cansan y se agotan,
una y otra vez tropiezan los mozos;
recobran, en cambio, su fuerza,
los que esperan en el Señor,
alzan su vuelo como las águilas;
corren pero no se cansan,
andan y no se fatigan.
R/. Bendice, alma mía al Señor.
Bendice, alma mía, al Señor
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
no te olvides de sus favores. R/.
Él perdona todos tus pecados,
él sana todos tus males;
él libra tu vida de la fosa,
te corona de amor y de ternura. R/.
El Señor es clemente y compasivo,
paciente y lleno de amor.
No nos trata según nuestros pecados,
no nos paga según nuestras culpas. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo
En aquel tiempo, dijo Jesús:
—¡Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso!
¡Pongan mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy sencillo y humilde de corazón! Así encontrarán descanso para su espíritu, porque mi yugo es fácil de llevar, y mi carga ligera.
Siento la necesidad de repetir a mi corazón la verdad de mi filiación porque me queda la sospecha del amor de Dios. Es la sospecha que la serpiente envidiosa de nuestra dignidad sembró en nuestros corazones humanos desde el comienzo. Se trata de una sospecha que se alimenta continuamente al presentarme un rostro de Dios enemigo de nuestra libertad, celoso de nuestra felicidad, juez duro y severo, incapaz de comprender nuestra flaqueza.
Escuchando la invitación de Jesús de ir a él, se me exhorta a volver al gran amor con que Dios me ha amado para poder considerarme tal y como soy en realidad, es decir, su amigo e hijo del Padre. Para comprender mi filiación y la paternidad de Dios en mis relaciones, debo acercarme al corazón de Jesús. Así podré escuchar esas palabras suyas que desbordan la plenitud de su corazón (cf. Mt 12,34). De lo contrario, mi religiosidad será mercenaria, un cansancio ímprobo y estéril de prácticas y observancias incapaces de pacificar mi corazón.
En la contemplación y escucha de Jesús «sencillo y humilde de corazón» es donde me libero del peso de una religión tejida únicamente de méritos, obras, deberes, porque en Jesús se manifiesta el rostro amable de Dios, capaz de saciar mis más profundos deseos. La fe se convierte entonces en experiencia de ser revestido de la fuerza de lo alto, de un correr sin fatigarse, porque soy como aupado sobre las alas de un águila al encuentro de un amor preexistente y, precediéndome, me enseña a desear tu promesa.
Blanco | Color que hace referencia a la resurrección de Jesús, siendo el color más solemne en la liturgia. Simboliza la alegría y la paz. Se usa durante el tiempo de Pascua y el tiempo de Navidad. Se emplea también en las fiestas y solemnidades del Señor no relativas a la Pasión, incluida la misa de la Cena del Señor del Jueves Santo, en las fiestas de la Virgen María y de los santos que no murieron mártires. |
Morado | Este color simboliza preparación espiritual. Simboliza humildad, penitencia, deseo y dolor. Se usa en Adviento y en Cuaresma, tiempos de preparación para la Navidad y la Pascua respectivamente. Además, en las celebraciones penitenciales y de difuntos. |
Verde | Este color simboliza esperanza, paz, serenidad y ecología. Es usado durante el Tiempo Ordinario, en los feriados y los domingos que no exigen otro color (solemnidades, fiestas de santos). |
Rojo | Asociado a la sangre y al fuego, es color del corazón: denota pasión, vida, pentecostés y martirio. Es usado principalmente en el Domingo de Ramos, el Viernes Santo, Pentecostés y en las fiestas de mártires. Además, en la administración del sacramento de la Confirmación. |