Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles
En aquellos, la Iglesia gozaba de un paz en toda Judea, Galilea y Samaría. Fueron días en que, impulsada por el Espíritu Santo y plenamente fiel al Señor, iba consolidándose y extendiéndose cada vez más.
Pedro, que recorría incansable todos los lugares, fue también a visitar a los fieles de Lida. Allí encontró a un hombre llamado Eneas, a quien la parálisis tenía postrado en cama desde hacía ocho años.
Pedro le dijo: —Eneas, Jesucristo va a curarte; levántate y haz tu cama.
Eneas se levantó inmediatamente. Y cuando los habitantes de Lida y de toda la llanura de Sarón lo vieron sano, se convirtieron al Señor.
Había en Jope una mujer creyente llamada Tabita, nombre que significa «Gacela». Se dedicaba por entero a hacer buenas obras y a socorrer a los necesitados. Pero uno de aquellos días cayó enferma y murió. Lavaron su cadáver y lo depositaron en la habitación del piso de arriba.
Los discípulos de Jope, ciudad próxima a Lida, se enteraron de que Pedro se hallaba en esta última ciudad y enviaron urgentemente dos hombres con este ruego: —Ven a nuestra ciudad sin pérdida de tiempo. Pedro partió con ellos enseguida. Al llegar a Jope le hicieron subir a la habitación donde estaba la difunta. Allí se vio rodeado de viudas que, anegadas en lágrimas, le mostraban los vestidos y mantos que Gacela les hacía cuando estaba con ellas. Pedro hizo salir a todos y, arrodillándose, se puso a orar. Se acercó después al cadáver y dijo:
—¡Tabita, levántate!
Ella abrió los ojos y, al ver a Pedro, se incorporó en el lecho. Él la tomó de la mano y la ayudó a ponerse en pie; llamó luego a las viudas y a los fieles, y se la presentó con vida.
La noticia corrió por toda Jope, y fueron muchos los que creyeron en el Señor.
R/. ¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
¿Cómo pagaré al Señor
todos los beneficios que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocaré el nombre del Señor. R/.
Cumpliré al Señor mis promesas
delante de todo su pueblo.
Mucho le importa al Señor
la muerte de sus fieles. R/.
Yo soy tu siervo, Señor;
soy tu siervo, el hijo de tu esclava;
tú desataste mis ataduras.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocaré el nombre del Señor. R/.
Lectura del santo evangelio según san Juan
En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron:
—Esta enseñanza es inadmisible. ¿Quién puede aceptarla?
Jesús se dio cuenta de que muchos de sus seguidores criticaban su enseñanza, y les dijo:
—¿Se les hace duro aceptar esto? Pues ¿qué ocurriría si vieran al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? Es el espíritu el que da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que les he dicho son espíritu y vida. Pero algunos de ustedes no creen.
Es que Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a traicionar.
Y añadió:
—Por eso les he dicho que nadie puede creer en mí si no se lo concede mi Padre.
Desde entonces, muchos discípulos suyos se volvieron atrás y ya no andaban con él.
Jesús preguntó a los Doce:
—¿También ustedes quieren dejarme?
Simón Pedro le respondió:
—Señor, ¿a quién iríamos? Solo tus palabras dan vida eterna. Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.
La perícopa de los Hechos de los Apóstoles leída hoy presenta otro pequeño cuadro de la jovencísima Iglesia. La comunidad cristiana, extendida ahora en diversas comunidades, se enfrenta con los problemas de cada día: la enfermedad prolongada, la muerte inesperada de personas comprometidas, etc. La vida cotidiana se caracteriza por el santo temor de Dios y por la asistencia reconfortante del Espíritu Santo. Los discípulos viven bajo la mirada de Dios, con el sentido de su grandeza y de su soberanía. Miden su vida a partir de él y de su santa voluntad. Se interesan por los pobres y se preocupan por los enfermos. De este modo se va construyendo la Iglesia interiormente y se vuelve dócil a la acción del Espíritu Santo, que la extiende también exteriormente.
La construcción interna y la difusión externa van estrechamente unidas. El anuncio más discreto y eficaz de la Buena Nueva procede de la vida de la Iglesia, de la alegría que anima su sufrimiento, de su espíritu de servicio sin cálculos mezquinos y sin reservas. La Palabra y los milagros no caen en el vacío, sino que encuentran un terreno bien dispuesto y producen frutos abundantes. El libro de los Hechos de los Apóstoles, dedicado completamente a la difusión del Evangelio, no se olvida de la vida cotidiana, en su sencillez y sus exigencias, una vida que se va humanizando en contacto con el Evangelio y que se convierte, precisamente gracias a él, en la base de todo anuncio posterior.
Blanco | Color que hace referencia a la resurrección de Jesús, siendo el color más solemne en la liturgia. Simboliza la alegría y la paz. Se usa durante el tiempo de Pascua y el tiempo de Navidad. Se emplea también en las fiestas y solemnidades del Señor no relativas a la Pasión, incluida la misa de la Cena del Señor del Jueves Santo, en las fiestas de la Virgen María y de los santos que no murieron mártires. |
Morado | Este color simboliza preparación espiritual. Simboliza humildad, penitencia, deseo y dolor. Se usa en Adviento y en Cuaresma, tiempos de preparación para la Navidad y la Pascua respectivamente. Además, en las celebraciones penitenciales y de difuntos. |
Verde | Este color simboliza esperanza, paz, serenidad y ecología. Es usado durante el Tiempo Ordinario, en los feriados y los domingos que no exigen otro color (solemnidades, fiestas de santos). |
Rojo | Asociado a la sangre y al fuego, es color del corazón: denota pasión, vida, pentecostés y martirio. Es usado principalmente en el Domingo de Ramos, el Viernes Santo, Pentecostés y en las fiestas de mártires. Además, en la administración del sacramento de la Confirmación. |