Lectura del libro de Ester
En aquellos días, presa de mortal angustia, la reina Ester buscó ayuda en el Señor. Luego oró al Señor, Dios de Israel, diciendo:
—Señor mío, único Rey nuestro, ven en mi socorro,
porque estoy sola y no tengo otra protección que la tuya
en el peligro que me amenaza.
Desde mi niñez he oído decir a mis parientes paternos
que tú, Señor, tomaste a Israel de entre todas las naciones
y a nuestros antepasados de entre sus predecesores,
para que fueran tu heredad perpetua.
Y tú cumpliste todo cuanto les habías prometido.
Acuérdate de nosotros, Señor,
y manifiéstate en el tiempo de nuestra tribulación!
Y en lo que a mí respecta, dame valor,
Rey de los dioses, tú que dominas sobre toda potestad.
Pon en mis labios palabras persuasivas
cuando me halle frente al león.
Cambia su corazón, para que aborrezca a nuestro enemigo
y acabe con él y todos sus partidarios.
¡Líbrame con tu poder y socórreme,
porque estoy sola y no tengo a nadie sino a ti, Señor!
R/. Cuando clamé, Señor, me respondiste.
Te doy gracias de todo corazón,
en presencia de dioses te canto.
Me postraré ante tu santo Templo. R/.
Por tu amor y tu verdad te alabaré,
pues haces que tu promesa supere tu fama.
Cuando clamé, me respondiste,
hiciste que aumentara mi fuerza. R/.
Tu diestra me pone a salvo.
El Señor acabará lo que ha hecho por mí.
¡Señor, tu amor es eterno!
¡No abandones la obra de tus manos! R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—Pidan, y Dios los atenderá; busquen, y encontrarán; llamen, y Dios les abrirá la puerta. Pues todo el que pide, recibe, y el que busca, encuentra, y al que llama, Dios le abrirá la puerta.
¿Quién de ustedes, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide pescado, le dará una serpiente? Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre que está en los cielos se las dará también a quienes se las pidan!
Pórtense en todo con los demás como quieren que los demás se porten con ustedes. ¡En esto consisten la ley de Moisés y las enseñanzas de los profetas!
Jesús nos enseña a orar con perseverancia confiada, revelándonos al mismo tiempo cómo es el corazón de Dios y cómo debe ser el corazón del orante. Se nos va conduciendo a la verdad más sencilla y más profunda: Dios es nuestro Padre y nos ama con amor eterno, sin arrepentirse, sin reservas. Quizás no creemos de veras en este amor, o tal vez estamos ya tan acostumbrados a decir y oír que Dios nos ama, que apenas prestamos atención a esta realidad desconcertante.
Jesús hoy nos invita a entrar en comunión viva con Dios Padre, y ésta es una experiencia que nos puede cambiar interiormente: pedid..., buscad..., llamad..., no quedaréis defraudados. El Padre, fuente inagotable de bondad, dará sólo cosas buenas a los que se las pidan. ¿Hemos orado ya de veras, dirigiéndonos a él o, tal vez, hemos manifestado nuestros deseos en voz alta, haciéndolos girar en torno a nosotros mismos? Además, ¿eran de verdad “cosas buenas” las que hemos pedido?
La oración humilde y sencilla, la oración de un corazón amante, comienza con un acto de contemplación gratuita, teniendo fija la mirada interior en el rostro del Padre bueno. Olvidemos nuestras muchas peticiones y, poco a poco, sentiremos nacer en nosotros una única súplica que brota de una exigencia realmente necesaria.
Después de haber contemplado en la fe el rostro de Dios, ya no podremos dudar ni ignorar que somos hijos de Padre, impulsados por su amor a todo ser humano, nuestro hermano, para brindar esa bondad que sin cesar mana de la fuente y viene a saciar nuestra indigencia para que rebose hacia todos y llegue a cada uno.
Blanco | Color que hace referencia a la resurrección de Jesús, siendo el color más solemne en la liturgia. Simboliza la alegría y la paz. Se usa durante el tiempo de Pascua y el tiempo de Navidad. Se emplea también en las fiestas y solemnidades del Señor no relativas a la Pasión, incluida la misa de la Cena del Señor del Jueves Santo, en las fiestas de la Virgen María y de los santos que no murieron mártires. |
Morado | Este color simboliza preparación espiritual. Simboliza humildad, penitencia, deseo y dolor. Se usa en Adviento y en Cuaresma, tiempos de preparación para la Navidad y la Pascua respectivamente. Además, en las celebraciones penitenciales y de difuntos. |
Verde | Este color simboliza esperanza, paz, serenidad y ecología. Es usado durante el Tiempo Ordinario, en los feriados y los domingos que no exigen otro color (solemnidades, fiestas de santos). |
Rojo | Asociado a la sangre y al fuego, es color del corazón: denota pasión, vida, pentecostés y martirio. Es usado principalmente en el Domingo de Ramos, el Viernes Santo, Pentecostés y en las fiestas de mártires. Además, en la administración del sacramento de la Confirmación. |