Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios
Hermanos:
Solo me resta desear que ustedes se mantengan fuertes, apoyados en el poder irresistible del Señor.
Utilicen todas las armas que Dios les proporciona, y así harán frente con éxito a las estratagemas del diablo. Porque no estamos luchando contra enemigos de carne y hueso, sino contra las potencias invisibles que dominan en este mundo de tinieblas, contra las fuerzas espirituales del mal habitantes de un mundo supraterreno.
Por eso es preciso que empuñen las armas que Dios les proporciona, a fin de que puedan mantenerse firmes en el momento crítico y superar todas las dificultades sin ceder un palmo de terreno. Estén, pues, listos para el combate: ceñida con la verdad la cintura, protegido el pecho con la coraza de la rectitud y calzados los pies con el celo por anunciar el evangelio de la paz. Tengan siempre embrazado el escudo de la fe, para que en él se apaguen todas las flechas incendiarias del maligno. Como casco, usen el de la salvación, y como espada, la del Espíritu, es decir, la palabra de Dios.
Y todo esto háganlo orando y suplicando sin cesar bajo la guía del Espíritu; renuncien incluso al sueño, si es preciso, y oren con insistencia por todos los creyentes. Oren también por mí, para que Dios ponga en mis labios la palabra oportuna y pueda dar a conocer libre y valientemente el plan de Dios encerrado en ese mensaje evangélico, del que soy ahora un embajador encadenado. Que Dios me conceda el valor de anunciarlo como debo.
R/. Bendito sea el Señor, mi fortaleza.
Bendito sea el Señor, mi fortaleza,
que adiestra mi mano para el combate,
mis dedos para la guerra. R/.
Él es mi bien, mi baluarte,
mi defensa y quien me salva;
el escudo que me sirve de refugio,
el que me somete a mi pueblo. R/.
Señor, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré para ti con un arpa de diez cuerdas.
Tú que das la victoria a los reyes,
tú que salvas de la espada mortal
a tu siervo David. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas
En aquel tiempo, llegaron unos fariseos y dijeron a Jesús:
—Vete de aquí, porque Herodes quiere matarte.
Jesús les contestó:
—Vayan y díganle a ese zorro: «Has de saber que yo expulso demonios y curo enfermos hoy y mañana, y al tercer día culminaré la tarea».
Pero entre tanto, hoy, mañana y pasado mañana tengo que seguir mi camino, porque no es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén.
¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los mensajeros que Dios te envía!
¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos como la gallina reúne a sus pollitos bajo las alas, y ustedes se negaron!
Pues miren: su ciudad va a quedar desierta.
Y les digo que no volverán a verme hasta el momento en que digan: «¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!».
Hay que sostener una lucha para ser auténticamente cristianos, una lucha entre las muchas sugerencias y persuasivos reclamos que frenan el impulso de adhesión al Señor e intentan marchitar el vigor de la obediencia a su Palabra. El Señor mismo nos sostiene, asegurándonos su presencia poderosa en los signos sacramentales. Con el don de la fe, de la Palabra, de la capacidad de discernir lo que está bien de lo que está mal, nos atrae hacia él a fin de que, en comunión con él, demos a conocer en el mundo su presencia, que es fuente de vida para todos, sin distinciones entre judíos y griegos.
Pero tal vez hoy sea más difícil que nunca hacer callar al que se opone a todo esto y nos separa del Señor y de los otros. Quizás la causa resida en que no nos dejamos abrazar por su deseo de recogernos en la unidad –nosotros, seres tan doloridos por las dispersiones interiores, tan fragmentados en nuestras relaciones vitales–. La oración nos ayuda a volver y a permanecer en el centro de nosotros mismos, en ese lugar donde el Espíritu Santo no cesa de recordarnos el amor del Padre y la ternura del Hijo.
Blanco | Color que hace referencia a la resurrección de Jesús, siendo el color más solemne en la liturgia. Simboliza la alegría y la paz. Se usa durante el tiempo de Pascua y el tiempo de Navidad. Se emplea también en las fiestas y solemnidades del Señor no relativas a la Pasión, incluida la misa de la Cena del Señor del Jueves Santo, en las fiestas de la Virgen María y de los santos que no murieron mártires. |
Morado | Este color simboliza preparación espiritual. Simboliza humildad, penitencia, deseo y dolor. Se usa en Adviento y en Cuaresma, tiempos de preparación para la Navidad y la Pascua respectivamente. Además, en las celebraciones penitenciales y de difuntos. |
Verde | Este color simboliza esperanza, paz, serenidad y ecología. Es usado durante el Tiempo Ordinario, en los feriados y los domingos que no exigen otro color (solemnidades, fiestas de santos). |
Rojo | Asociado a la sangre y al fuego, es color del corazón: denota pasión, vida, pentecostés y martirio. Es usado principalmente en el Domingo de Ramos, el Viernes Santo, Pentecostés y en las fiestas de mártires. Además, en la administración del sacramento de la Confirmación. |